Crítica de ‘Caminando entre Dinosaurios’, una vez más

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En la Alaska prehistórica conocemos a Patch, un encantador y concienzudo dinosaurio, y a su familia. Patch es el pequeño de la camada, y nadie espera que vaya a llegar muy lejos, pero él tiene un espíritu fuerte y un gran corazón. Seguiremos a Patch y a su familia en su larga migración anual para encontrar los pastos de invierno.

– Tenemos que hablar del futuro.
– ¿Te refieres a la Era Cenozoica?

Título: Caminando entre Dinosaurios
Fecha de estreno: 25/12/2013

Esta entrada contiene Spoilers de la película.

DINOSAURIOS… CAMINANDO

Antes de empezar dejemos bien clara una cosa: por defecto, veo cualquier cosa en la que salgan dinosaurios. Desde chiquitín me he tragado todo documental, película, serie o lo que sea en lo que apareciesen dinosaurios. Con el tiempo y la deformación profesional he aprendido a separar la paja del grano, pero no me he transformado en uno de esos paleontólogos que critican todo error. Por poner un ejemplo, soy un gran fan de Jurassic Park, conozco sus diálogos, y considero que las «licencias» que se toma con los dinosaurios tienen su porqué y su explicación. Vaya, que sé demasiado cómo desconectar el chip crítico y sentarme en una butaca a disfrutar sin más de una película. Otra cosa es que la película lo ponga difícil.

He de reconocer que cuando vi el trailer la primera vez en el cine me emocioné mucho… hasta que la voz en off de Patch hizo referencia a «en busca de un nuevo hogar». Whaaaat? ¿Otra vez? Parece que desde la genial «En Busca del Valle Encantado» (The Land before Time, 1988), a la mayoría de guionistas se les haya quedado incrustado en la cabeza que los dinosaurios sólo saben andar en busca de un nuevo hogar. El caso más descarado fue el de Dinosaurio (Dinosaur, 2000) de Disney, en la que literalmente, el nuevo hogar era también un valle. Por eso en cuanto escuché eso en el trailer de Caminando Entre Dinosaurios, en mi cabeza hubo un cortocircuito.

Afortunadamente, la película no va de una manada buscando un valle. Pero si de dinosaurios andando. Vaya, que puede que sea la película que más justicia haga al título desde «Soñando, soñando, triunfé patinando». En los 87 minutos (sí, sólo 87) que dura la cinta no asistimos a un viaje, sino a varios, ya que la manada de Patch se desplaza al sur cada invierno. Y vuelven al norte en primavera. Mucho andar, vaya. Una vez más.

UNOS DINOSAURIOS DIGITALES PERFECTOS 

Eso si, el CGI es maravilloso. Los dinosaurios, salvo cuando tienen unos ojos muy Disney-like, son técnicamente perfectos. Su modelado, texturas y movimientos son probablemente de lo mejorcito que se ha hecho en dinosaurios jamás, junto con Jurassic Park. Y no es moco de pavo (¿de dos metros? ¡Juas!), ya que, al ser una película al día en conocimientos de paleontología, todos los raptorcillos (por no meterme en terminología) aparecen correctamente emplumados. Y como sabéis, animar plumas o pelos es peliagudo (jeje, lo siento, chiste fácil, paro ya, prometido).

Además, como no suele ser típico de películas de animación, pero sí de documentales estilo IMAX, tenemos un prólogo y epílogo en la actualidad, donde conocemos a Zack (Karl Urban. Si, Karl Urban, no me he vuelto loco) y a sus sobrinos. Él es paleontólogo, y como los chavales tienen unos días libres, se los lleva a enseñarles un yacimiento en el que está trabajando. El más mayor de ellos, en plena edad del pavo (eh… no, ya dejo las bromas), como es de esperar, pasa mogollón del rollo. ¡Hijo mio, que tu tío es Karl Urban, que ha bajado del Enterprise a enseñarte un yacimiento! ¡Qué juventud la de hoy en día! Pero vaya, a mi me gustaron el prólogo y el epílogo.

ENTRE PINTO Y VALDEMORO

El problema de la película es que no sabe lo que es ni hacia donde se dirige. Son 87 minutos que en cualquier otra circunstancia pasarían volando. Pero aquí se hacen eternos. En serio, hasta para mi, que babeaba con los dinosaurios. Algunos dicen «es que es un documental». Y se me hinchan las venas. Porque en el momento en que haces una película como esta es para acercar la ciencia al público. Y para eso, no puedes aburrirlos. ¡JAMÁS! Hay grandes documentales que no se hacen nada aburridos, y que incluso se hacen cortos. por citar un ejemplo bastante reciente y que queda en el «gremio», Dinosaurs Alive! 3D, un documental para IMAX, es de lo mejorcito que se ha hecho en documentales de paleontología. ¡Y se hace cortísimo! Los científicos estamos cansados de tratar de hacer que la ciencia sea atractiva y amena, ¿por qué meten la pata tan hondo con esta película? ¡Son dinosaurios, por todos los dioses! ¡La gente va a comprar la entrada! ¡Se venden solos! ¡Lo único que tenían que hacer era dar con un guión que no aburriese! Otros replican «es que es para niños» pero todos conocemos películas para críos que son divertidas para los adultos. No es excusa alguna. Si, los dinosaurios hablan, cosa que infantiliza la película desde el primer momento, pero lo que la remata es que, lamentablemente y con dolor en el corazón tengo que decirlo, es aburrida de narices.

Ese es el mayor problema. Que ni llega a película de animación, ni a documental. Se queda en un limbo cinematográfico. Y me da mucha rabia, como podéis haber adivinado al leer el párrafo anterior. Vaya, que mi sensación fue negativa en general, a pesar de guiños frikis en el diálogo, de las reconstrucciones y de Karl Urban como paleontólogo sepsi.

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